viernes, 28 de junio de 2013

IES Pino Manso



María José López Novo (mlopeznovo@gmail.com)profesora de Física y Química en Secundaria Obligatoria y Bachiller en el instituto IES Pino Manso de O Porriño, Pontevedra. También trabaja con grupos de diversificación curricular.



Ella misma nos cuenta su experiencia:
Para lograr el cambio educativo que dé respuesta a las necesidades de los estudiantes consignadas en Proyecto DeSeCo*, donde se establecen 3 categorías de competencias prioritarias (actuar de forma autónoma, utilizar herramientas de forma interactiva e intervenir en grupos socialmente heterogéneos), no solo se precisa diseñar un currículo basado en competencias y explorar nuevas metodologías docentes de desarrollo de actividades de enseñanza-aprendizaje en el aula (como el Aprendizaje Cooperativo o el Trabajo por Proyectos), también es preciso replantearse el enfoque del proceso de evaluación (el significado, las técnicas y los instrumentos).

Entendida la evaluación como una reflexión crítica y en profundidad sobre todas las dimensiones de los procesos de aprendizaje, y la práctica evaluadora como el eje vertebrador de la actividad docente, debemos evolucionar hacia modelos de evaluación contextualizados para las técnicas de trabajo grupal cooperativo que posibiliten al alumnado una formación crítica y autónoma, así como la asunción de la responsabilidad sobre sus propios procesos de aprendizaje. Dichos modelos de evaluación tendrán como protagonistas a alumnos/as y docentes, en un entorno plural, participativo y de interacción mutua, con estrategias de evaluación contextualizadas a la metodología cooperativa.

Las técnicas e instrumentos que diseñemos han de incorporar registros de los logros competenciales personales y de equipo alcanzados por los alumno/as (cognitivos, procedimentales, estratégicos y de actitud) y también soportes que nos permitan analizar y sistematizar lo que están aprendiendo nuestros alumnos/as (qué, cómo y cuándo).

Una mayor variedad de técnicas de evaluación (cuestionarios y escalas, inventarios, registros de observación, rubricas, portafolios o carpetas de aprendizaje, diarios, entrevistas, documentos de planificación, fichas de control de tareas, documentos de reflexión) y de formas de evaluar (autoevaluación, coevaluación, heteroevaluación) van a enriquecer y a matizar los factores contemplados en la evaluación.

Una propuesta de evaluación dentro del marco del Aprendizaje Cooperativo debe contemplar el análisis del proceso de colaboración seguido por los equipos, el grado de desarrollo de contenidos o materiales elaborados por los grupos (respecto de los objetivos de aprendizaje establecidos) y también los resultados o productos del aprendizaje.

El alumnado va a emplear nuestra forma de evaluar para orientar su trabajo y marcar prioridades. Si trabajamos dentro de un modelo de Aprendizaje Cooperativo nuestros criterios y formas de evaluación deben incorporar características definitorias como la interacción, la dependencia mutua, la responsabilidad compartida, la competencia social y la reflexión tanto individual como grupal.

Además, no debemos olvidar que los procesos de evaluación tienen que ser coherentes con el resto del proceso de aprendizaje. En contextos cooperativos, la evaluación de los alumnos/as no puede seguir centrada en exclusiva en la evaluación individual, y deben diseñarse mecanismos e indicadores que incorporen el aprendizaje grupal de forma ponderada a la calificación global.

Desde estos planteamientos, se presentan algunas de las experiencias llevadas a cabo en los cursos académicos 2011-2012 y 2012-2013 en el IES Pino Manso, para incorporar “pruebas de evaluación cooperativas” al proceso de enseñanza-aprendizaje de nuestro alumnado.

(*)Diseño y Selección de Competencias Básicas, OCDE, 2005.

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